Sujeto y objeto del Trabajo Social
En la siguiente investigación sobre algunas dimensiones del trabajo social
nos sumergimos bajo los conceptos de “sujeto –objeto” con el propósito
de ampliar nuestro conocimiento y
comprender la relevancia de éstos en la ejecución de esta profesión, intentando
lograr aproximarnos no tan sólo al
concepto sino también a comprender lo imprescindible que es interiorizarlos sobre a qué hacen referencia cada uno de éstos dos,
a través de una mirada histórica de la concepción de sujeto y objeto del
trabajo social, para ir en directo
beneficio de la calidad de intervención
que realizaremos algún un día, ya que la
intervención no es unilateral, sino una gestora y promotora de cambios en las
personas y comunidades.
Entenderemos por sujeto al trabajador social quien capacitado
enfrenta al individuo comunidad o grupo con la clara intención de intervenir
sus problemas pero no bajo la convicción de un imposible como es una vida sin
problemas, sino de no sólo prestar la ayuda necesaria en base a toda la red de
ayuda social que maneja sino
también educando al individuo ya sea
mostrándole que debe ser protagonista
del proceso de asistencia, a la vez descubriendo su fuerza interior sus potencialidades y fortalezas para
afrontar los problemas que le aquejan y que pueden superados con ayuda, pero
siempre explotando al máximo sus potencialidades y aptitudes.
Objeto, proviene del latín objetum, que significa lo
opuesto, o sea contrario al sujeto, es el individuo que hace la intervención, pues
el objeto es el carenciado o cliente, aquel individuo
que intentaremos ayudar a modificar o mejorar
algo, incidimos en él teniendo la convicción de que vamos a dotar al
objeto de herramientas para atacar los problemas desde la mayor objetividad
posible considerando, por supuesto, el contexto o medio social, siendo opositores a la concepción de Freud del
autoanálisis[1],
porque toda intervención del sujeto hacia el cliente o objeto parte de la concepción
del autoanálisis, esto es que, al no
poseer la capacidad de autoanálisis automáticamente el sujeto se
convertiría en una muletilla del asistido.
En las siguientes páginas nos centramos detalladamente en la concepción
de estos dos conceptos compartiendo visiones de autores con los cuales
comulgamos basados en nuestra propia
concepción objeto-sujeto haciendo por
supuesto un análisis detallado de ambos.
INVESTIGACIÓN
HISTÓRICA SOBRE EL OBJETO DEL TRABAJO SOCIAL COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA
El
objeto es aquello con lo que trabaja una disciplina para conocerla y
transformarla. Hace referencia a lo que
se construye a través de la práctica, sea productiva, profesional y
social. En el cual el profesional va
construyendo y desarrollando su propia
identidad.
Según
lo expresado por Miguel Ángel Quintanilla,
el término “objeto” se utilizan en
contextos como “objeto de conocimiento”, “objeto de voluntad” u “objeto de
acción” para indicar aquello a lo que se dirige el pensamiento, la voluntad o
la acción intencional. También señala que de la filosofía escolástica se ha
heredado la distinción entre “objeto material”
y “objeto formal” del conocimiento de una ciencia: “El objeto material
es el tipo de realidad de la que se ocupa una ciencia; el objeto formal es el aspecto bajo el que una determinada
ciencia considera el objeto material”[2].
El
objeto del trabajo social ha variado durante las distintas épocas históricas,
debido a distintos factores que afectan directa e indirectamente a la
profesión, varios autores han definido según su punto de vista cual es el
verdadero objeto en cuestión.
En
los origines de la profesión, los trabajadores sociales llamaban a las personas con quienes trabajaban, “ los
casos” palabra designada a la persona
con dificultades sociales, el servicio social de caso fue utilizado en forma
individual para conocer su situación, elaborar diagnóstico para luego
intervenir y dar solución a sus problemas favoreciendo su desarrollo personal y
social debido a que no poseían los medios y recursos para poder superarse, el
cual se puede llegar a entender como el asistido o carenciado al cual se le tiende la mano con la finalidad de
otorgarle la ayuda correspondiente a su caso específico.
El
objeto, es el ser humano, “la persona” pero cabe mencionar que el medio social
influye en el problema particular ya en 1917, en Social Diagnosis, Mary
Richmond señaló que este era “la tentativa para definir con la mayor
exactitud posible la situación y la personalidad de un ser humano en una
carencia social cualquiera, no sólo en
relación con otros seres humanos de los que depende o que dependan de él, sino
también en relación con las instituciones sociales de su comunidad”[3]
Más
tarde el objeto de trabajo social se enfocará en las necesidades sociales,
debido a que algunos sectores de la sociedad poseen ciertas limitaciones para
satisfacer sus necesidades básicas de primera prioridad, necesitando de una
persona externa para dar solución a sus problemas y superar de la mejor forma
su situación.
Como
sostiene Amaya Ituarte “El objeto del
Trabajo Social es la persona humana, a nivel individual, familiar, grupal o
comunitario, que se encuentra en una situación-problema que se produce, se
manifiesta o incide en su interacción con el medio, impidiendo o dificultando
el desarrollo integral de sus potencialidades en relación a sí mismo o a su
entorno, y que precisa de una intervención profesional sistematizada para el
tratamiento y/o resolución de esa situación-problema; y ese mismo medio debe
prevenir la aparición de situaciones-problema y ofrecer los elementos
necesarios para el logro del desarrollo integral del ser humano y la
consecución del bienestar social”[4]
(citado en De la Red Vega, 1993: 141-142).
Ya
en el periodo de la reconceptualización desarrollado en América latina entre los años 1965- 1975 en el marco de la
evolución del trabajo social, en el cual se toma conciencia del rol que debe
realizar el trabajador social en el entorno que lo rodea y el cual pretende
como profesionales de las ciencias sociales
combatir y dar solución.
Por
otro lado, algunos autores sostienen que se puede dividir el objeto del trabajo
social entre el objeto de estudio y
el objeto de intervención, planteando
que este último se conforma mediante las
demandas del sujeto y sus relaciones, como por ejemplo las relaciones familiares, de comunidad, etc., y que es éste
el que nos delimita el campo de acción donde operara el trabajador social.
También se refiere al objeto de estudio como referido
al ámbito teórico y que permite el análisis del objeto a intervenir.
El
nuevo enfoque que está utilizando el trabajo social es de carácter científico, el cual cumpliendo las reglas de
la investigación científica permite conocer desde una visión integral e interdisciplinar la realidad
social.
INVESTIGACIÓN HISTÓRICA SOBRE EL
SUJETO DEL TRABAJO SOCIAL, COMO
DISCIPLINA CIENTÍFICA
Para
la profesión de Trabajo Social cuyas intervenciones están expresamente
dirigidas a asuntos relacionados con los seres humanos, es importante los
diversos puntos de vista relacionados a la concepción de “sujetos”.
En
principio, la figura de los sujetos es entendido en la historia, como
individuos en constante cambio, distinguiendo tres tipos: sujeto portador de la
necesidad (el cliente, el usuario de los recursos y servicios que se le
otorgan); sujeto portador del recurso (institución a cargo de proporcionar los
recursos); y sujeto mediador, es decir, el trabajador social.
En
la Edad Media (etapa benéfico-asistencial), la iglesia, sujeto portador y
administrador de recursos, era quién
proporcionaba la asistencia a los necesitados, convirtiendo cada abadía en
Centros de Acción Social, que cumplían la función mediadora.
En
el año 1917, Mary Richmond estableció “la
situación y personalidad de un ser humano en una carencia social cualquiera, en
relación con otros seres humanos y con las instituciones de la comunidad”
aclarando a quien debía asistir el Trabajo Social, por lo que durante los años
1965 - 1975 durante el periodo de la Reconceptualización en América latina,
nace la discusión sobre el status de la profesión del Trabajo Social girando en
torno al método y el sujeto.[5], y el Trabajador Social actúa como
agente acelerador de cambios que pueden revertir la situación de muchos
clientes, capaces de ejecutar dicho cambio.
En el año 1980, posterior a la Reconceptualización
se hace más clara la visión sobre el objetivo del Trabajador social entrando al concepto de
“sujeto”, quien entrega la ayuda al carenciado abasteciendo de las herramientas
adecuadas para resolver su problemática, tal como indica Hamilton: “Sin el todo no podemos comprender las
partes y tampoco podemos comprender el
todo sin partes” entregando al mundo el concepto de “Persona en la situación”
aplicando la mirada en tres ámbitos: la persona, la situación y sobre todo la
interacción entre la persona y su situación con la participación activa del
cliente pero a la vez entregando a los profesionales del trabajo social las
pautas de ayuda para el trabajo de
casos”[6].
En
este sentido, Kisnerman establece una mirada distinta respecto del sujeto: “Nosotros
hemos rechazado siempre esta denominación de cliente ya que implica una
relación comercial. Preferimos
hablar de sujetos, actores
sociales capaces de ser protagonistas en la modificación de las situaciones, en
las relaciones que establecen”.[7]
Actualmente el sujeto del Trabajo Social es el ente investigador, que
interviene y transforma la realidad de los necesitados, es decir, el trabajador
social mismo como profesional, atendiendo las necesidades individuales,
grupales y comunitarias. Por lo tanto, “no
puede haber necesidades sin la existencia de un sujeto consciente del desagrado
que sufre, el que debe tener información de los medios existentes para
satisfacer las necesidades, y voluntad para eliminar el desagrado”.[8]
ANÁLISIS CRÍTICO
Frente
a la necesidad de definir el objeto y
sujeto del trabajo social, surgen múltiples
variables a considerar como la
realidad social, las demandas de los sujetos, el contexto socio-económico,
entre otros.
Lo
complejo de explicar ambos conceptos radica en que en ellos se encuentra la
base para aplicar la metodología y la intervención, ya que como en la época que
se definía al sujeto portador de necesidad quien era el necesitado de recursos
o cliente, suponía sólo una ayuda de
manera de gestionarle lo que necesitaba y no ampliaba su visión hacia la
realidad social de este sujeto necesitado, limitando el campo de acción del
trabajador social a un sujeto mediador.
Por
lo anterior planteado, podemos inferir que la propuesta de un sujeto capaz de
cambiar su realidad y de tener la noción que necesita mejorar su
situación-problema crea un enfoque de mayor movilidad para el trabajo social,
ya que pone al trabajador social como el sujeto que interviene y transforma la
realidad del cliente.
Respecto
al objeto, se necesita conocer hacia qué va enfocada la intervención, cual es
la situación social en si, como lo presenta Mary Richmond, ahí se encuentra la
importancia de reconocer al objeto e incluso dividirlo para tener una especificación mejor como un objeto de estudio
y el objeto de intervención, también lo presenta de un modo más dinámico y
adaptable a las distintas teorías o
enfoques que se estén utilizando para intervenir en dicho objeto.
CONCLUSIÓN
Hemos llegado a la conclusión, después de haber
realizado esta investigación bibliográfica, que los agentes han ido
evolucionando de acuerdo al paso del tiempo y las necesidades de las sociedades
cada vez más complejas.
Frente a las diversas posturas, nos adherimos
a la concepción del objeto que define
Amaya Ituarte, como la persona, grupo o comunidad que se encuentra en
una situación de vulnerabilidad, y que necesita a una persona externa a su
entorno que le brinde las herramientas necesarias para modificar su realidad.
Respecto al sujeto, nos inclinamos por la
postura post reconceptualización que plantea que el sujeto es el trabajador social quien
investiga, analiza e interviene el objeto y su entorno, pero además reconocemos
tal como Natalio Kisnerman al cliente o asistido como un sujeto capaz de
reconocer y autoanalizar la problemática en su realidad y tomar parte como
protagonista apuntando a la búsqueda de su propio bienestar a través del desarrollo de sus potencialidades y
explotando al máximo todas sus opciones, siempre apoyado por el trabajador
social.
BIBLIOGRAFÍA
[1] Montaldo Eddy (1977), “Psicología y Servicio Social”. Editorial:
Hvmanitas. Buenos Aires, Argentina. Pág.: 32 - 34 – 217 – 136
2 Fernández
García, Tomás y Alemán Bracho Carmen (2003), “Introducción al trabajo social”. Ciencias Sociales. Editorial:
Alianza; 1° Edición. Madrid, España. Pág. 287
3Kisnerman Natalio (2005), “Pensar
en el trabajo social: una introducción desde el construccionismo”. 2°
Edición, Editorial: Lumen. Buenos Aires. Argentina. Pág. 152
4 Ituarte Amaya (1990), (Citado
en De la Red Vega, 1993: 141-142).
5 Kisnerman Natalio (2005), “Historia del Trabajo Social”, Editorial
Hvmanitas. Buenos Aires, Argentina.
6 Hamilton, Gordon (1974),
“Teoría y práctica del Trabajo Social de Casos.” Prensa Médica Mexicana.;
México. Pág.51.
7 Kisnerman Natalio (2005), “Pensar el trabajo social: una introducción
desde el construccionismo”, 2° edición. Editorial Lumen. Buenos Aires,
Argentina. Pág.: 155.
8 Ande-Egg Ezequiel (2009), “Diccionario
del Trabajo Social”. Brujas, Bélgica.
[1] Montaldo Eddy (1977), “Psicología y Servicio Social”. Editorial:
Hvmanitas. Buenos Aires, Argentina.
[2] Fernández
García, Tomás y Alemán Bracho Carmen (2003), “Introducción al trabajo social”. Ciencias Sociales. Editorial:
Alianza; 1° Edición. Madrid, España. Pág. 287
[3] Kisnerman, Natalio (2005) “Pensar en el trabajo social: una
introducción desde el construccionismo”. 2° Edición, Editorial: Lumen.
Buenos Aires. Argentina. Pág. 152
[4] Ituarte Amaya (1990). (citado en De la Red Vega, 1993: 141-142).
[5] Kisnerman, Natalio. “Historia del Trabajo Social”, Editorial
Hvmanitas. Buenos Aires, Argentina.
[6] Hamilton, Gordon
(1974); “Teoría y práctica del Trabajo
Social de Casos.” Prensa Médica Mexicana.; México. Pág.51.
[7] Kisnerman Natalio, (2005) “Pensar el trabajo social: una introducción
desde el construccionismo”, 2° edición. Editorial Lumen. Buenos Aires,
Argentina. Pág.: 155.
[8] Ande-Egg
Ezequiel, “Diccionario del Trabajo Social”. Brujas, 2009.
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