Rol del Trabajador Social en el trabajo penitenciario
Para
comprender de manera adecuada el Trabajo Penitenciario se debe tener presente
que la cárcel surgió y se ha desenvuelto como una de las principales
instituciones sociales en la actualidad, donde su principal función social se
centra en la preservación del orden y resguardo público social a través de la
penalización y regulación de la conducta de los reclusos.
En
el escenario actual, el sistema penitenciario se encuentra en crisis, ya que ha
estado presentando hace más de dos décadas un continuo incremento en la
población carcelaria en que, a que a pesar de que se han tomado ciertas medidas
en mejorar la infraestructura de las instituciones de prisión preventiva, se
vulneran ciertos factores que influyen en la vulneración de diversos principios
y derechos humano básicos, tales como hacinamiento y condiciones mínimas de
habitabilidad, falta de condiciones mínimas de higiene, malos tratos de
gendarmes hacia reclusos internos y el secretismo respecto de lo que sucede en
los recintos penales.
Sin
embargo, pese a esta situación, los programas y políticas de reinserción social
resultan ser escasos y poco efectivos en cuanto a la promoción de la
reinserción social de los individuos involucrados, cuya reinserción busca
establecer herramientas y mecanismos capaces de crear perspectivas que les posibilite
una vida después de haber cumplido con una condena penal.
Por lo que el principal objetivo del Trabajo
Social en materia penitenciaria es esencialmente educativa de carácter
promocional y preventiva, normativa y asistencial.
Lo anterior, está orientado a resolver en
determinadas situaciones conflictivas, disfuncionales o problemáticas que se
presenten entre los reclusos mismos o entre internos y el personal, con el fin de
orientar de la mejor forma el uso de los recursos tanto individuales como
familiares e institucionales, en que su objetivo final es el de lograr un protagonismo de sus
actores ante tal situación problema.
En cuando al carácter preventivo, éste se da
al efectuarse una acción asistencial ante lo manifiesto-prioritario de la
continuidad del tratamiento de intervención profesional con los internos que
den paso, en el caso que corresponda, a su socialización y posterior inserción
social o a su respectiva resocialización y reinserción social.
Es por ello, que entre las funciones de los
trabajadores sociales en cuanto a su rol en el trabajo penitenciario se debe destacar:
entrevistar a los internos, relevando la ficha de entrevista a fin de llegar a
un conocimiento del interno y su grupo de pertenencia.
Debiendo también, atender a toda demanda de
consulta proveniente, para confeccionar el informe socio-ambiental correspondiente
a la historia criminológica y actualizar el archivo social que contendrá todas
las intervenciones profesionales que se realicen, y que deberán reflejar el desarrollo
del caso social, con el fin de integrar un equipo interdisciplinario al objeto de
la evaluación y tratamiento de los reclusos internos.
Además el Trabajador Social debe realizar con
fines de tratamiento social técnicas de dinámica grupal con el interno y/o su
grupo de influencias, cuando las características así lo permitan e instrumentar
normas y valores de orden interno que permitan acciones a nivel comunitario,
tendientes a la reinserción social de los internos.
Es imprescindible mencionar que la
participación de trabajadores sociales en el diseño de programas macro y mico
es inexistente, viéndose seriamente restringida como consecuencia que la
institución prioriza todo lo referente a la seguridad interna del recluso y por
ende refuerza desde lo material y lo humano al sector correspondiente a la seguridad
interna y externa
Cabe destacar además que una de las
primordiales funciones del Trabajador Social en este ámbito es la de revinculación
familiar.
Pese a que existe un desnivel entre los
objetivos planteados y su concreción, puesto que a la escasez de recursos
humanos y técnicos se le suma la rigidez y verticalidad de la estructura
institucional, cuyos problemas condicionan la intervención profesional del trabajador
social, como veremos a continuación.
PROBLEMAS
QUE CONDICIONAN LA INTERVENCIÓN PROFESIONAL DEL TRABAJADOR SOCIAL
En cuanto a la relación del Trabajador Social
con las instituciones de prisión preventiva, se presentan diversos problemas de
intervención tales como:
Proyectos institucionales rígidos y acotados
que limita la capacidad de acción junto a un escaso margen de autonomía para
impulsar nuevos proyectos; escasez de incentivos laborales y falta de
capacitación para la actualización y orientación en el abordaje de la
problemática del encarcelamiento; inadecuadas condiciones de trabajos de
intervención (materiales, técnicas, infraestructura e incluso de recursos
humanos)
Además ocurre que los roles o funciones que
se adjudican al trabajador social, están relacionados a la resolución práctica
e inmediatista en situaciones de carencia., donde la imagen social de la
profesión se condiciona el tipo de demandas asociadas a problemas administrativos,
con un claro predominio de tareas burocráticas debiendo los profesionales
resignar sus funciones específicas (técnico-profesionales), debiendo dar
prioridad a respuestas centradas en demandas espontáneas y resolver problemas
emergentes.
En cuanto a la relación del Trabajador Social
con los internos, existe incongruencia entre la reinserción del interno y las
condiciones de hacinamiento, promiscuidad, monotonía, y arbitrariedad de la
norma; dando paso a la reproducción de roles tradicionales de género.
Además las demandas de los internos no llegan
en forma directa al Trabajador Social sino a través de un pedido de audiencia
en forma escrita. Esto impide el que se determine el grado de importancia, lo
cual obliga a que la tarea de selección y jerarquización esté impregnada de
arbitrariedad, en que la metodología de intervención profesional a través de
caso individual impide una mirada de la totalidad dinámica y contradictoria.
Por todo aquello, la ausencia de motivación
por el grado de malestar y de desesperanza que provoca el sometimiento
compulsivo al encierro, a la disciplina y al aislamiento, favorece el elevado nivel de resistencias y
de temores en los internos que limitan las posibilidades de acción.
En el marco institucional el Trabajo Social
posee una connotación inferior, de mera recepción de tareas de orden
administrativo, lo cual genera la indiferenciación y la disensión de su rol
profesional.
Siendo aquí donde la rigurosidad e
inflexibilidad de la estructura penal, que presupone que toda idea innovadora
merece sospecha porque puede conducir a desestabilizar el sistema, genera a
nivel interpersonal la elevación del monto de las ansiedades básicas (miedo al
ataque y miedo a la pérdida) debido a que queda abolida la capacidad creadora
que motoriza la cotidianeidad.
Por lo tanto en aquellos profesionales no
institucionalizados surge un desequilibrio entre las exigencias
organizacionales y las necesidades y motivaciones profesionales.
En
este contexto, y tomando en cuenta todo lo anterior, el trabajo social en
ámbito penitenciario se debe desarrollar en torno a la dominación y la
rehabilitación, mediante la cual, se espera que los reclusos se conviertan en
sujetos activos que puedan ser socializados en cuanto al orden, y con ello
contribuir con su posterior reinserción social.
Por
ende, conocer y entender bien las exigencias y expectativas tanto de las
instituciones penitenciarias como de las personas involucradas en este proceso,
es un factor importante a considerar ya que es crucial para poder hacer
propuestas de intervención adecuadas y coherentes, de políticas públicas que promuevan
la reinserción social de los sujetos.
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